Assim
como abri esta homenagem ao notável escritor George Seféris (ou: Yorgo Seferis, Giórgos Seféris, Giorgios
Stylianou Seferiadis, Giorgios Seferis...), ganhador do Prêmio Nobel de Literatura de 1963, a partir do poema Seféris, a ele dedicado pelo escritor Marcílio Farias, a estou encerrando com
mais duas dedicações poéticas. Hoje você conhece Versos a un Poeta Griego, do escritor e tradutor mexicano Jaime García Terrés..., escrito
antes da morte do laureado escritor, conforme afirmação de Terrés:
“Nota de 1971: La reciente desaparición
de Giórgos Seféris há vuelto más expresivos estos versos, que le di a conocer
hace un año, y a los cuales me respondió, desde Atenas, con diez rotundas
palabras en francés: Je viens de recevoir
le poème.Vous avez raison. Merci. Respuesta, sin duda, suficiente. El claro
señorío helénico resguardaba en Séferis la economía del lenguaje. Una tarde que
le preguntaba yo sobre su actitud ante la muerte, me dijo: “La espero con
ternura ...” Y eso fue todo. No obstante, llegado el momento definitivo, supo
arriesgarse por la vida y la verdad de los suyos, sacrificando la soñada calma
del ocaso al rescate moral de una tradición cuyo sentido más hondo le brindó
siempre luz y fortaleza, J.G.T.”
O
poema Versos a un Poeta Griego foi
publicado tanto na excelente edição digital Giórgos Seféris - Breve Antologia - Versiones y presentación de Jaime García
Terrés (2007), disponibilizada pela Universidad Nacional Autónoma de México
- UNAM, quanto no site da UNAM.
Optei pela versão gráfica da UNAM. Infelizmente não encontrei traduções para o português e ou outra língua deste intenso poema. Amanhã você será apresentado ao segundo
poema dedicado George Seferis.
VERSOS A UN POETA GRIEGO
Jaime García Terrés
Amigo Seféris:
Hablar es difícil
cuando restallan las palabras lejos
del taller avezado; nos caemos
a cada paso de cabeza
por querer escaldar la lengua franca.
Y es particularmente difícil
hablar de Grecia hoy,
desposeídos como nos sabemos,
cetrinos como vamos
en la tosca llanura del oprobio.
Ya no duerme Proteo debajo de las rocas
ni glosa la sirena consabida
la clara fatiga del caminante.
¡Qué lento, qué difícil todo,
amigo Seféris!
Y este dolor de Grecia
¡qué tozudo! Diríase
una proclama secular de duelo
por nuestra desmesura cotidiana.
Es fácil en cambio
dejarnos aturdir sin miramientos,
encoger los hombros
y guardarnos el ímpetu dentro de los bolsillos.
Nada tan inocente.
¿O nada tan culpable?
Porque bien sopesadas estas cosas
andamos en apuros los unos y los otros;
caiga quien caiga de cualquier manera
nadie puede lavarse
las manos en el mar Egeo.
He pensado mucho
durante los últimos meses
en el sol trasvenado de Beocia,
en los asfódelos del Laurio
salpicados de plata por la brisa
y en los trabajos y los días
más frutales cuanto más amorosos
a lo largo y lo ancho de la Hélade,
pero también recuerdo la cerrazón vacía
que llegó profanando moradas y vendimias,
la turbia marcha sobre los almacigos.
¡Oh dioses idos! ¿Cómo silenciarla?
Dormíamos; los gritos a granel
nos despertaron confundiéndose
con un ripio de sueños azarosos
y luego regresaron a la calle.
Amigo Seféris: ya nunca sabré
dónde terminó la pesadilla, dónde
comenzó lo demás; aun ahora
descabezan mi noche mortecinos clamores,
historias turbulentas de reinados efímeros
y el asalto difuso de los bárbaros
prontos a sofocar
la madrugada con sus propios puños,
con el propio sudor de sus afrentas.
He pensado mucho
en los ritos más pálidos del hombre:
ese llamar a puertas evasivas
buscando soluciones al infierno,
ese nombrar la vida
con el mismo tonillo deslustrado,
ese dejar al prójimo que cargue media cruz
prometiéndole sólo completarla,
pero también hago recuento
de viejas esperanzas, treguas, naves
encaminadas a mejores días.
Tras el duelo vendrá
la hora de la luz;
entonces
habrá pupilas para ver un mundo
sin ídolos de viento, sin tapujos
de sangre reseca, glorificado
por súbitos milenios de gracia general:
Será la luz helena
que cosechamos una primavera
entre cantos homéricos
y meditaciones contemporáneas
al pie de los olivos;
una luz
cuyo reflejo danza filtrando las memorias,
ganando manantiales al tumulto
mientras el orbe sigue su patética vía.
Chispearán los afectos
y vencerá la voz humana:
entonces nos diremos lo debido.
Hablar es difícil
cuando restallan las palabras lejos
del taller avezado; nos caemos
a cada paso de cabeza
por querer escaldar la lengua franca.
Y es particularmente difícil
hablar de Grecia hoy,
desposeídos como nos sabemos,
cetrinos como vamos
en la tosca llanura del oprobio.
Ya no duerme Proteo debajo de las rocas
ni glosa la sirena consabida
la clara fatiga del caminante.
¡Qué lento, qué difícil todo,
amigo Seféris!
Y este dolor de Grecia
¡qué tozudo! Diríase
una proclama secular de duelo
por nuestra desmesura cotidiana.
Es fácil en cambio
dejarnos aturdir sin miramientos,
encoger los hombros
y guardarnos el ímpetu dentro de los bolsillos.
Nada tan inocente.
¿O nada tan culpable?
Porque bien sopesadas estas cosas
andamos en apuros los unos y los otros;
caiga quien caiga de cualquier manera
nadie puede lavarse
las manos en el mar Egeo.
He pensado mucho
durante los últimos meses
en el sol trasvenado de Beocia,
en los asfódelos del Laurio
salpicados de plata por la brisa
y en los trabajos y los días
más frutales cuanto más amorosos
a lo largo y lo ancho de la Hélade,
pero también recuerdo la cerrazón vacía
que llegó profanando moradas y vendimias,
la turbia marcha sobre los almacigos.
¡Oh dioses idos! ¿Cómo silenciarla?
Dormíamos; los gritos a granel
nos despertaron confundiéndose
con un ripio de sueños azarosos
y luego regresaron a la calle.
Amigo Seféris: ya nunca sabré
dónde terminó la pesadilla, dónde
comenzó lo demás; aun ahora
descabezan mi noche mortecinos clamores,
historias turbulentas de reinados efímeros
y el asalto difuso de los bárbaros
prontos a sofocar
la madrugada con sus propios puños,
con el propio sudor de sus afrentas.
He pensado mucho
en los ritos más pálidos del hombre:
ese llamar a puertas evasivas
buscando soluciones al infierno,
ese nombrar la vida
con el mismo tonillo deslustrado,
ese dejar al prójimo que cargue media cruz
prometiéndole sólo completarla,
pero también hago recuento
de viejas esperanzas, treguas, naves
encaminadas a mejores días.
Tras el duelo vendrá
la hora de la luz;
entonces
habrá pupilas para ver un mundo
sin ídolos de viento, sin tapujos
de sangre reseca, glorificado
por súbitos milenios de gracia general:
Será la luz helena
que cosechamos una primavera
entre cantos homéricos
y meditaciones contemporáneas
al pie de los olivos;
una luz
cuyo reflejo danza filtrando las memorias,
ganando manantiales al tumulto
mientras el orbe sigue su patética vía.
Chispearán los afectos
y vencerá la voz humana:
entonces nos diremos lo debido.
*
ilustração de Joba Tridente.2018
Jaime García Terrés (Cidade do México: 15.05.1924 -
29.04.1996) foi diplomata, editor, ensaista, cronista, tradutor e poeta mexicano.
Formado em Direito pela Universidad Nacional Autónoma de México - UNAM (1949),
estudou Estética na Universidad de Paris e Filosofia no Collège de France.
Ferrés, que foi diretor do Fondo de Cultura Económica, publicou o seu primeiro
livro, Panorama de la crítica en
México, aos 17 anos e aos 22 exerceu o cargo de subdiretor do Instituto
Nacional de Bellas Artes e coordenador da revista México en el Arte. Foi
diretor de Difusão Cultural da UNAM, da Revista de la Universidad de México e
de La Gaceta. Foi embaixador na Grécia, onde conheceu e se tornou amigo de
Giórgos Seféris, de quem traduziu Três
Poemas Escondidos (1968). Jaime García Terrés é autor de poesia: El hermano menor (1953); Correo nocturno (1954); Las provincias del aire (1956); La fuente oscura (1961); Los reinos combatientes (1962); Carne de Dios (1964); Todo
lo más por decir (1971); Honores
a Francisco de Terrazas (1979); Corre la voz (1980); Parte
de vida (1988); Las manchas del
sol (1988); de ensaios e crônicas: Panorama de la crítica literaria en México (1941); Sobre la responsabilidad del escritor (1949); Galeras - en colaboración com Carlos
Fuentes (1958); La feria de los días (1961); Grecia 60: Poesía y verdad (1962); Los infiernos del pensamiento. En torno a
Freud: Ideología y psicoanálisis (1967); Reloj de Atenas (1977); Poesía y alquimia: Los tres reinos de
Gilberto Owen (1980); compilou as antologias Cien imágenes del mar (1962) e Letanías profanas (1980). Além
de Seféris, traduziu Malcolm Lowry, Ezra Pound, T. S.
Eliot, Chesterton, Jules Laforgue, Gottfried
Benn, Friedrich Hölderlin, William Butler Yeats. Para conhecer mais sobre o autor e
sua obra: Cultura
UNAN: Jaime García Terrés: La eficacia secreta del sonido; Letras
Libres: Jaime García Terrés y la cultura liberal; Proceso:
Jaime García Terrés ante el toque del alba; Ersílias:
Jaime García Terrés, poeta, Ciudad de México, 1924-1996; Poesía
Moderna: Giógos Seféris - artigo com PDF de poemas de Giórgos Seféris traduzidos por Terrés; Wikipedia:
Jaime García Terrés.
Nenhum comentário:
Postar um comentário